domingo, 21 de agosto de 2011

Sobre "La Enormidad", de Javier Cercas

Tenía ganas de decir algo sobre La enormidad, un artículo de Javier Cercas, escritor al que aprecio y al que considero capaz de escribir buenos artículos, como el de hoy (debo ser el único español que lee regularmente a Javier Cercas y a su archienemigo Arcadi Espada). En el artículo del que hablamos el extremeño se adhiere a aquello de que "quien gobierna en Europa no son los Gobiernos, sino los mercados", para acabar acudiendo a Ramoneda (probablemente el analista más sobrevalorado de la izquierda española) y decir que "cuando el poder económico se impone al político (...) el fascismo acaba llamando a la puerta". El artículo de Cercas se apoya en una cita de un artículo de Giuliano Amato y Guy Verhofstadt publicado en el Corriere: "Europa ha perdido la guerra entre los Gobiernos electos y las agencias de calificación no electas. Los Gobiernos intentan gobernar, pero las agencias de calificación dictan las reglas."

Releyendo a Cercas veo que lo del fascismo es un tanto ambiguo, así que prefiero centrarme en el razonamiento de que "gobiernan los mercados", algo que se ha convertido en un "mantra". Si no me equivoco, el razonamiento es como sigue: los gobiernos piden dinero prestado en los mercados internacionales; las agencias de calificación se dedican a evaluar si un Estado podrá devolver lo prestado y eso determina las condiciones del préstamo; para mejorar esas condiciones los Estados toman medidas para mejorar su calificación a ojos de las agencias (y sobre todo de los prestamistas) ergo quienes deciden al final son los mercados (agencias de calificación y prestamistas), y no los gobiernos democráticos. Y de este ninguneo a la democracia al fascismo, infiero, habría un paso.

El razonamiento, en mi opinión, parte de una confusión esencial: pensar que es posible algo así como el control democrático del funcionamiento esencial del mercado (de qué, de cuánto y de cuándo se presta, se compra y se vende, y a qué precio). Si se ejerciera dicho control, dejaría de ser un mercado, o dejaría de funcionar como tal. Los gobiernos, conscientes de ello, toman medidas que intentan alterar la percepción que tiene el mercado de los Estados. Y eso lo hacen porque consideran preferible seguir pidiendo dinero a los mercados internacionales, que la alternativa: dejar de hacerlo, o dejar de pagar lo que debemos (a la Debtocracy), algo que sin duda nos evitaría estar expuestos a los caprichos de los prestamistas pero que también, ojo, nos dejaría sin sus préstamos. A los disconformes con lo que parece ser la opción preferida por la mayoría de los gobiernos europeos, les diría que pronto tendremos en España la ocasión de votar a partidos que consideren preferibles las otras opciones (por ejemplo, IU). Así se funciona en una democracia.

De hecho, volviendo al artículo de Amato, tal y como está citado por Cercas, parecería que poco menos que denuncia este sistema y propone una revisión de cabo a rabo. Nada de eso: leyéndolo vemos que en él se pide una política fiscal común en la UE que simplemente deje más margen de maniobra a los gobiernos frente a las percepciones del mercado. Un enfoque esencialmente keynesiano que en ningún momento propone una revisión de lo fundamental del sistema: la posibilidad de pedir prestado dinero a los mercados (un enfoque que, visto desde lejos, parece estar imponiéndose en Europa - afortunadamente en mi opinión).

Creo haber esbozado lo esencial de mi discrepancia. Nada me gustaría más que ver que un artículo de Javier Cercas, cuyo tono explicativo siempre he agradecido mucho como lector, explicándome dónde reside mi error. Ni que decir tiene que lo mismo es aplicable a mis lectores.

4 comentarios:

  1. Gracias por publicarlo. Estoy ahora mismo metido en un trabajo exigente y no tengo cabeza para escribir dos líneas derechas. Pero vendrán días mejores, espero.

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  2. Lo primero es lo primero. Ánimo con ese exigente trabajo, espero (con paciencia) su respuesta.

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  3. Releo el párrafa de Cercas y su comentario. Y sí, ahora lo veo, Cercas se deja probablemente llevar por una asociación de ideas, que está cantada, entre crisis económica y auge del fascismo, como en los años treinta. Pero tampoco se puede negar que la crisis puede dar mucho rédito a los demagogos varios que pululan en estas circunstancias; la crisis está encuadrada en la realidad pero la manipulación de los datos de la realidad por parte de los populismos puede llevar más o menos velozmente a descuadrarla.

    Por otra parte, utilizar la noción de evaluación para referirse a una previsión a futuro me parece un poco abusivo. Me refiero a la descripción del papel que cumplen las agencias de calificación. Describir de manera más exacta en qué consiste su diagóstico contribuiría a disminuir tal vez la impresión de profecía autocumplida que deja el uso que se hace de esas proyecciones.

    (Y, en fin, lo de Espada-Cercas tendrá algo de escalada simétrica, no? Pero eso será otro asunto.)

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  4. Aunque no lo parezca por mi retraso, le agradezco mucho el esfuerzo, Josepepe.

    La proliferación de demagogos es indudable en estos tiempos, pero incluso en el negar la realidad-creo-hay grados.

    Lo de evaluar es excesivo, sin duda. Si las agencias de calificación están en condiciones de lanzar profecías con posibilidad de autocumplirse sin ningún sustento en la realidad económica, estamos hablando de otra cosa. Y sí, debería explicarse.

    Lo de la escalada Espada-Cercas es bastante llevadero, salvo por episodios como el de Arganzuela. Cuando se ignoran son capaces de decir cosas interesantes.

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