lunes, 18 de mayo de 2015

La memoria traicionera

Estoy leyendo Limonov por recomendación de Josepepe, a quien no le agradeceré nunca lo suficiente sus recomendaciones literarias. Comentándolo en su blog, le señalo lo distinta que puede ser la lectura que hizo de Trotsky el oscuro Limonov en Nueva York ('le gusta cuando declara sin ambages "¡Viva la guerra civil!"') de la que pudo hacer el pequeño burgués que era (literalmente) yo hace bastantes años cuando, en una Feria del Libro, me acerqué a la caseta que regentaban unos barbudos y me hice con La Revolución Traicionada.

Recuerdo nítidamente que la caseta era de la Fundación Federico Engels, los barbudos empiezo a sospechar que son un recuerdo falso y del contenido del libro, honestamente, no recuerdo nada. Pero sí guardo un vago recuerdo de haber terminado de leerlo siendo más sabiondo que cuando comencé: es posible que usara algún argumento del viejo León contra algún amiguete -o no tanto- comunista, o que me sirviera para declararme trotskista mientras comía pipas una tarde en un parque de mi barrio. No sé.

La pregunta es: ¿acaso eso quiere decir que la lectura del libro de Trotsky no dejó más huella? No tan rápido: por un lado, es posible que de Trotsky pasara a leer sobre el POUM, y de ahí a Orwell, de Orwell a Espada y de Espada a Montanelli, y así hasta aquí. Pero hay una posibilidad aún más intrigante: quién sabe si algunas de las tesis Trotsky, que releídas en labios de Limonov hoy me parecerían escandalosas, no han guiado mis pensamientos más profundamente de lo que pienso. Porque, en general, ¿podemos descartar que nuestros pensamientos estén sujetos al efecto incesante de ideas a las que se les ha borrado el etiquetado, de las que simplemente no recordamos la procedencia, y que precisamente gracias a eso resisten sin ser mandadas al cajón de las ideas descartadas? Yo creo que no; quién sabe hasta dónde llega la influencia de esa memoria que disimula ser memoria, de esa memoria traicionera.

Por eso he sentido la urgencia de escribir estas líneas: no me gustaría olvidar por qué pienso todas estas cosas.