jueves, 14 de abril de 2011

Terminar de instalarse

Mientras iba a cortarme el pelo recordaba a Enric González quien, en su estupendo "Historias de Nueva York", venía a decir que para sentirse instalado en una ciudad necesitaba encontrar un barbero y un lugar donde lavar sus camisas (y un pedazo de piso como el que te pusieron en Manhattan, añadiría yo): de ser así, conocida además mi relación de cuasi-alergia a las camisas, estoy a punto de culminar mi proceso de instalación. El asunto del corte de pelo, empero, es más delicado de lo que parece. Porque en Milán el riesgo de que a uno lo trasquilen con uno de esos peinados hitlerianos y/o con las sienes rasuradas y flequillo estilo ensaimada, a la vista del personal que circula por la calle (acompañados, cómo no, de bigotito o de bigote-zorra) es alto.

Al final no he podido zanjar tan crucial asunto, porque el peluquero parece que tenía mejores planes para esta noche y estaba cerrando. Habrá que dejarlo para más adelante. Pero hay más elementos que me hacen pensar que aún no estoy instalado, como por ejemplo mi incapacidad para seguir unos cuantos asuntos interesantes. Por ejemplo, la política española o la italiana, cuyo último episodio, según me cuenta F., es la aprobación de la ley del proceso breve, una ley a medida que librará a Berlusconi y a (otros) criminales variados de tediosos procesos judiciales. O leer regularmente los artículos de Arcadi Espada, que hoy da una nueva muestra de cómo escribir un artículo pendenciero e inteligente. O, ya que lo mencionábamos antes, seguir el blog de Enric González...en definitiva, hacer un hueco para todas estas cosas que hacía habitualmente en Madrid, más una: escribir regularmente en este cuaderno. Aunque logre cortarme decentemente las greñas, veo que aún me queda un buen trecho para terminar de instalarme.

1 comentario:

  1. Espero que pronto resuelvas el asunto del corte de pelo. Siempre puedes optar por un peinado a lo "Koyak", que es a la vez elegante e informal. Por lo demás, yo diría que los tiempos han cambiado, y, para sentirse instalado, ya no importa tanto el tema de las camisas, prenda cada vez más en desuso. Quizá es más crucial encontrar el sitio en que tomarse el café matutino delante del periódico, o el garito donde ver el fútbol...

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