sábado, 28 de abril de 2012

Mi bicicleta estática socialdemócrata

Pasan los años, la crisis sigue ahí y cada vez es más dificil prever qué ocurrirá en los próximos años. Pero hay algo de lo que podemos estar seguros,  y es que en El País seguirán apareciendo regularmente artículos en los que se habla de cómo la socialdemocracia debe renovarse para contribuir a sacarnos del hoyo. Contra este fatal destino (el de tener que aguantar esta tabarra, quiero decir) parecía rebelarse José María Ridao, afirmando con gracia que estos artículos sólo están logrando "forjar una inane lengua de madera, sin otra utilidad que dar cuenta de la crisis de la socialdemocracia".

Dicho lo cual el agudo Ridao, como es natural, aprovecha el espacio para darnos su visión de la crisis que, por lo demás, es de una impecable ortodoxia socialdemócrata. Sus argumentos son conocidos: Ridao sostiene que todo lo ocurrido es consecuencia del programa de una revolución conservadora  que ha acabado "generando los desequilibrios que han provocado la bancarrota del casino financiero y reducido a una situación de semiesclavitud a legiones de personas en los países más pobres y también en los más desarrollados; un programa que, para cerrar el círculo de la supuesta inexorabilidad, agitó el fantasma de la quiebra de los Estados de bienestar para terminar cuestionando la viabilidad de cualquier forma de Estado".

Los argumentos de Ridao son los mismos  que me vengo encontrando en la prensa socialdemócrata desde hace cuatro años, gracias a los cuales creo que podría optar a un sillón de la Academia de la Lengua de Madera. Y constato, con melancolía, que tras tantos artículos, tras tanta detallada exposición de motivos desde distintos ángulos, siguen sin convencerme. Por supuesto algo iba mal en el sistema financiero cuando en 2008 estuvo a punto de irse al garete, y sólo la intervención decidida de los gobiernos pudo mantenerlo a flote. Hasta ahí, estamos de acuerdo. Pero decir que en los últimos treinta años se ha reducido a la semiesclavitud millones de personas es de una inexactitud flagrante si analizamos la evolución de China, de la India, de Brasil, e incluso del continente africano en su conjunto. De hecho, sólo considerando la evolución de estas economías (porque todos somos internacionalistas ¿no?) podremos ponderar mejor dónde nos ha llevado realmente ese programa desregulador, y entender si lo que necesitamos son unos ajustes o reconstruir el sistema desde los mismos cimientos. Y centrándonos en cuestiones locales, veo que en el análisis de las políticas de ajuste incluso el agudo Ridao no puede evitar caer en la falacia post hoc: que nos estemos enfrentando ahora a políticas de ajuste no quiere decir que éstas se deban sólo a los desaguisados financieros en los que nos metieron. De hecho,  todavía no he encontrado en los últimos años ni un argumento claro que me convenza de que en Europa, con una población que es el 10% de la población mundial y que envejece rápidamente y pierde competitividad a pasos agigantados, realmente podemos pagar el nivel de vida que llevamos...

En fin, que al artículo de Ridao, que se deja leer, le pondría los mismos reparos que a muchos de esos artículos de los que habla en los últimos años. Ya ven: ando subido en una especie de bicicleta estática socialdemócrata, pedaleando afanosamente, leyendo muchos artículos de El País, sin avanzar en mis perplejidades. Pero qué más da: si va todo como nos dicen que irá, ganará Hollande y pronto podremos ver si recetas como las que propone Ridao nos sirven realmente para salir de la crisis.

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