jueves, 2 de febrero de 2012

Centro de gravedad

Un hombre atraviesa las calles de la ciudad arrastrando los pies sobre la nieve - si así puede llamarse a lo que ésta queda reducida tras ser pisoteada implacablemente durante una larga jornada- y entra en una pizzería. "Due pizze da portar via", dice, y se sienta a esperar que el pedido esté listo. Está demasiado cansado como para fijar su atención en un pensamiento concreto, de modo que deja que ideas fugaces, ecos de los días recientes, se sucedan aleatoriamente mientras juega con las miguitas que hay sobre la mesa: Piensa que un gobierno puede dar muestras pavorosas de meapilismo y al mismo tiempo tener el coraje de meter mano a los caciques locales. Piensa que en algo hemos retrocedido cuando un arribista como Julien Sorel hoy no sería posible. Piensa que buenas razones hay para que las naciones gasten más y buenas razones hay para que las naciones gasten menos . Piensa en las desigualdades y en qué deberíamos hacer con los extremadamente ricos. Piensa en cómo esa prodigiosa criatura multicefálica que es la Ciencia no siempre sabe ser generosa con los valientes...así hasta que, quizá por casualidad, el hilo musical de la pizzería logra colarse entre tanto fogonazo. Y entonces, muchos años y muchas coñas después, una canción cobra sentido.


3 comentarios:

  1. Tratándose de mí, lo entiendo literalmente: muchos años después unas canciones que escuché alguna vez cobran sentido porque por fin puedo entender la letra.

    Y también, sí, no cambiar de trabajo puede resultarme monótono. Esa es una afirmación que está bien cuando me la digo a mí mismo. Y me resulta insoportable oírsela decir a otro.

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  2. Imagino que se refiere a lo de Monti: es quizás su metedura de pata más notable en un país donde el "precariato" es una plaga. Pero también es posible hacer lecturas positivas del gobierno tecnocrático...o "democrático despolitizado"?

    http://www.elpais.com/articulo/opinion/democracia/despolitizada/Monti/elpepuopi/20120203elpepiopi_12/Tes

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  3. Claro. En ciertos terrenos, inevitablemente casi, hablar es meter la pata.

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