ETA dice que lo deja, con uno de esos comunicados escritos desde su mundo paralelo, algo que se ha celebrado como un gran noticia. Desde luego es una noticia positiva porque es un paso atrás de los criminales, pese a que ellos disimulen con su patética retórica. Pero entre tanta (auto)felicitación y tanto deseo de poner un punto y final, quizás deberíamos leer a Savater y, como él, ser cautos. Entendámonos: que ETA cumpla su palabra y esto sea el cese definitivo de la violencia tiene más visos de cumplirse que, que sé yó, lo de los neutrinos. Por varias razones, empezando por el hecho de que creerse Napoleón no es totalmente incompatible con tener cierto respeto por la palabra dada. Y también porque la vida de los terroristas se ha vuelto muy difícil, gracias a la apuesta por la vía policial de los últimos años (salvo por el paréntesis negociador zapateril).
Pero también existe una inquietante posibilidad: que el abandono sea definitivo gracias a futuras concesiones. Porque que no hayan sido necesarias concesiones para que ETA haga este anuncio no quiere decir que no vayan a pedirlas para seguir portándose bien. Desde luego no faltarán voces que animarán a hacer gestos para aprovechar esta oportunidad histórica, formando un cansino coro que tomará el relevo del que en los últimos años pedía también gestos que aplacaran a los asesinos (de hecho es el mismo coro, que simplemente ajustará el repertorio). Algo que complacerá a ETA, que ya en su comunicado está pidiendo gestos por un tubo. Así que personalmente guardaré el champán para cuando ETA anuncie su disolución, entregue la última pistola y Savater pueda salir tranquilamente a tomarse unos "pintxos" por San Sebastián. O para cuando un segundo grupo confirme que los neutrinos pueden viajar más rápido que la luz.
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