miércoles, 21 de mayo de 2014

Coincidencias felices (y no tanto)

Empecemos por una coincidencia simpática: no me dirán que no tiene gracia que dos de mis columnistas de cabecera se apelliden Montanelli y Montano. Los dos llevan acompañándome ya unos cuantos años: el primero me acompaña en diferido, con sus libros: no pasa un año sin que lea un Montanelli y este año, como saben, ando paladeando poco a poco los  Controcorrente que publicó en Il Giornale. Montano, por su parte, ahora me acompaña en directo con sus columnas en Zoom News, aunque llevaba años haciéndolo desde su blog. El caso es que esta lectura simultánea deparó ayer una coincidencia temática y, como prefiero escribir sobre dos cosas a escribir sobre una, me he decidido a esbozarla en este cuaderno. 

Escribía ayer Montano sobre las reacciones a la estratosférica metedura de pata de Cañete y titulaba su columna, inspirándose en mis admirados Faemino y Cansado (¡otra coincidencia!), "Una conjunción maravillosa" (no hará falta señalar que la diferencia entre conjunción y coincidencia es de matiz). Empezaba así:
Hace unos años Faemino y Cansado empezaron una actuación en Málaga exclamando: "¡Es para nosotros una gran alegría estar en Málaga!". El público aplaudió por la deferencia, pero los cómicos siguieron: "Es algo que decimos en todas partes. Cuando estamos en Zaragoza también decimos que es una gran alegría estar en Málaga. Y cuando estamos en Albacete igual. De manera que cuando lo decimos y estamos realmente en Málaga se produce una conjunción maravillosa". 
Siempre dice que la derecha es machista, homófoba, racista y, sobre todo, facha. Lo dice incluso cuando no lo es, que a estas alturas es la mayoría de las veces. Por eso, cuando de pronto sí que lo es, como con las desdichadas palabras de Cañete en lo relativo al machismo, se produce una conjunción maravillosa. Se ceba entonces en su presa con un énfasis que en el fondo delata la gratuidad de las acusaciones habituales...
Leía a Montano por la mañana, vía Twitter. Y por la noche, ya en la cama, me encontré con esta pieza de Montanelli cuando iba a por mi dosis diaria de Controcorrente, una nota escrita por el periodista italiano el 11 de Septiembre de 1976 (una nota que, por cierto, también me hizo acordarme de mi amigo Josepepe). Testigos presenciales aseguran que cuando terminé de leerla cerré el libro, me incorporé y me puse a aplaudir: 
Es hoy el tercer aniversario de la muerte de Salvador Allende. Y cuanto más tiempo pasa, mejor se ve qué tragedia fue para el pueblo chileno. Al lamento por la libertad perdida, tenemos que añadir la burla de esos anatemas contra el nuevo régimen lanzados por Jefes de Estado, de gobierno y de Partido que pueden, sí, dar lecciones a Pinochet, pero sólo de eficiencia y ferocidad policial. Estos demócratas entre comillas que son a los demócratas lo que los murciélagos a los ángeles. Inclinémonos frente a la tumba de Allende, pero alejados del coro de ciertas plañideras. Renard llamaba al luto "la mentira negra". 
Por si la coincidencia temática no resulta evidente para las criaturas que viven fuera de mi cabeza, intento señalarla: creo que al maestro Montanelli no le habría importado decir, parafraseando a Montano, que muchos de los que condenaban al régimen de Pinochet lo hacían con un énfasis que delataba su mala conciencia, o mejor, que su énfasis delataba la necesidad de cubrir con grandes aspavientos sus vergüenzas. Algo similar a lo que le ocurre con cierta izquierda con las críticas a Cañete: con el estruendo de sus aparatosas críticas, que por una vez dan en el blanco, intentan disimular todas las veces que han fallado el tiro - y no porque no haya lugar para la crítica a la derecha, sino porque están tan desorientados que la mayoría de las veces no saben ni dónde apuntan. 

En definitiva, que ciertos énfasis en política siguen siendo delatores, hoy como hace cuarenta años. Otra coincidencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario