martes, 8 de enero de 2013

Elecciones italianas (I): incógnitas despejadas

 
Con el acuerdo entre el Popolo della Libertà de Berlusconi y la Lega Nord para presentar listas conjuntas en las próximas elecciones generales italianas, apenas quedan incógnitas serias por resolver. PdL y Lega son como esa pareja que anda juntándose y separándose periódicamente y que con la crisis ha decido que les conviene aguantarse mutuamente, aunque sea para compartir gastos. El problema, claro, es que por el camino todos hemos cambiado, y la Lega es ahora un partido liderado por un señor pulcro y educado, Maroni, cuyos sueños de una Padania libre y civilizada emocionarían hasta a Artur Mas, mientras que Berlusconi ha pasado demasiados meses living la vida loca como para seguir siendo ese yerno encantador que todas las suegras italianas querrían tener. Quedan aún flecos menores por resolver en esta alianza, como el reparto de puestos en las listas, pero a buen seguro va a deparar momentos interesantes.

Otro que despejó la incógnita sobre su futuro político hace no mucho fue Monti. Al final se decidió por apoyar una lista cívica y parece que la decisión ha sido acogida con cierta frialdad. La culpa no es tanto de  Monti; el problema es que un partido político no se monta de la noche a la mañana, por lo que il professore ha tenido que echar mano de los dos políticos profesionales que más se le parecían: Fini y Casini, dos tipos cuyos armarios más bien parecen osarios. Su alianza con estos dos clásicos de la política italiana ha dañado su imagen de figura por encima de las trifulcas políticas. Pero aún así el conjunto resultante es un partido de centro derecha de lo más aceptable, a una distancia sideral de lo que representan PdL y Lega.  Haciendo las sumas y restas, la decisión de Monti me parece una buena noticia y, aquí va mi primera apuesta: creo que tendrá un resultado electoral mucho mejor que Berlusconi y sus aliados.





En casa del Partito Democratico no ha habido grandes sobresaltos. Todos les dan como ganadores, es más: basta ver la sonrisa beatífica que luce Pierluigi Bersani en los carteles electorales para darse cuenta de que el primero en verse ganador es él mismo. La verdad es que las cosas le han salido a pedir de boca, desde que ganara las primarias a Renzi (quien, por cierto, se está comportando de un modo ejemplar), el único acontecimiento reciente que le ha pillado algo a contrapié ha sido la decisión de Monti. Pero yo creo que Bersani ha echado sus cuentas y sabe que en el fondo es un movimiento que le beneficia. Y aquí va mi segunda apuesta, que es fuerte y en dos tiempos: ganará las elecciones el PD y Bersani será primer ministro unos cuantos años. Y lo será incluso si su aliado, el díscolo Vendola, cumple con el ritual periódico de la izquierda italiana más izquierdosa y decide retirar su apoyo al futuro gobierno progresista porque no sabe a qué huelen las nubes. Si puedo, me explicaré en otra ocasión.

Y luego están los demás que, como es sabido, en Italia son muchos. Está Di Pietro, que se quedó colgado por no sé muy bien qué motivo y que muy mal debe ver la cosa cuando ha decidido unirse a una lista liderada por otro ex-magistrado para intentar entrar en el parlamento. Está Beppe Grillo, cuyo Movimento Cinque Stelle es un anticipo de lo que podría ser el 15-M en España si se organizase como partido político y se hiciera con un líder carismático (al que no tardarían en equiparar a Jesucristo). Y quedan algunos personajes por ahí sueltos, como La Russa, el mefistotélico ex-ministro ex-fascita. Sobre todos ellos, si puedo, intentaré escribir aquí estas semanas.

1 comentario:

  1. 40 Bersani, 26 Monti, 24 Berlusco y 10 para la pandi de los muchos, o sea, sería su apuesta, si la traduzco bien en cifras. O por ahí.

    (Lo de no saber a qué huelen las nubes es un acierto expresivo. Miro a la rápida y me parece ver que viene de la publicidad o de una canción, o de ambas.)

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