jueves, 20 de septiembre de 2012

Una renuncia inexplicable

A estas alturas debe haber poca gente que no se haya enterado de que hace una semana tuvimos una manifestación independentista en Barcelona de lo más completita (hasta Pep mandó un saludo). El acontecimiento, cómo no, generó un tsunami de comentarios y artículos de opinión en el que me zambullí guiado por un impulso masoquista, porque sólo así se explica que no me canse de volver periódicamente sobre un tema del que generalmente salgo exasperado. Saltando con alegría de aquí para allá acabé en un interesante artículo de la muy recomendable web Politikon. Allí hice algunos comentarios que resumen mi posición sobre este tema (convenientemente pulida gracias a las réplicas de otros comentaristas) así que mi intención es darles aquí algo de forma (dando así algo de vidilla al blog, que falta le hace).

Al hilo de ese artículo comentaba yo que nunca he logrado entender la renuncia de los progresistas españoles contrarios a la independencia catalana a establecer un debate de principios con los nacionalistas. Especialmente porque creo que sus posiciones políticas ofrecen una línea de ataque clara al discurso independentista. Quizás convenga esbozarla: Dado que las opciones políticas consisten en la búsqueda de ciertos compromisos, sea entre ideales y la realidad (como creen los utópicos) o entre los propios ideales, cuando éstos colisionan (libertad/igualdad, libertad/seguridad...como creen los pragmáticos),  un progresista creo que podría ser definido como aquél que favorecerá compromisos que aseguren la existencia de mecanismos de redistribución de la riqueza. De ahí que me resulte incomprensible que alguien que se tenga por progresista esté al mismo tiempo a favor de la creación de un nuevo Estado que, de facto, supondría limitar los mecanismos de solidaridad existentes en esa porción del mundo a la que cariñosamente llamamos España. Creo que este podría ser el argumento central de una crítica progresista al nacionalismo y, sin embargo, apenas se hace uso de él. 

Habrá quien argumente (lo sé por experiencia) que dado que el estado-nación es por definición excluyente, pues promueve a lo sumo la solidaridad entre los de dentro mientras que deja a la intemperie a los de fuera, no hay razones para preferir una Cataluña integrada en España a una independiente. Este argumento merece una respuesta obvia, y es que en cualquier caso los que quedan fuera del alcance de la solidaridad estatal, por una simple cuestión aritmética, serán más para un independentista que para un no-independentista. Eso me parece ya suficiente para preferir una opción a la otra desde un punto de vista progresista. En otras palabras: que los compromisos a nuestro alcance sean imperfectos (como imperfecto es el compromiso implícito en cualquier estado-nación) no quiere decir que todos sean equivalentes. Lo importante, como siempre, es intentar analizar cuál de las posibilidades de las que disponemos supone un mejor compromiso para los valores que consideramos importantes (en el caso del progresista, creo, la solidaridad). A mi argumento también habrá quien replique que en la cuestión catalana hay que considerar otros factores más allá de los económicos, como los lingüísticos, los culturales o (ejem) los étnicos, ante lo que sólo puedo decir que me parece aceptable pero, por favor, que estos reivindicadores de las esencias nacionales no nos vendan además la moto de que son progresistas.

No estoy diciendo que sólo desde una perspectiva progresista pueda criticarse al nacionalismo; simplemente estoy haciendo notar que puede criticarse, y que me llama la atención que este tipo de crítica de principios se eluda. No logro entender por qué nuestros independentistas se merecen el inmenso favor de recibir un trato mejor que el que la izquierda italiana dispensa a los secesionistas de la Lega Nord: si alguien puede darme un buen motivo, estaré encantado de oírlo.

Dicho queda, así que permanezcan atentos a sus pantallas: tengo fundadas esperanzas de que en breve aparecerá Rubalcaba ante los medios y que, inspirado por este post, dará a Artur Mas y a los suyos la réplica que llevan mereciéndose tanto tiempo.

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