- Francesc de Carreras explica que el nacionalismo español quizás exista, pero que es dudosamente influyente y (esto es más convincente) no hace falta compartirlo para oponerse a los demás nacionalismos patrios. Creo que zanja la cuestión para los próximos siglos.
- Thomas Friedman, un columnista serio y con bigote, escribe dos buenas piezas sobre las relaciones entre Estados Unidos e Israel: sobre la influencia de Sheldon Adelson (el hombre que casi multiplica los casinos de Torrelodones) y sobre la reciente (y acojonante) jugada de Netanyahu y los republicanos. Aunque quien mejor lo expresa es Jon Stewart.
- Siguiendo en el Times, hoy David Brooks explica por qué quizás tengamos que ser un poquito más moralizantes y por qué el viene siéndolo más últimamente, algo que nos incomoda a sus lectores. Pero es precisamente por su modo de moverse en ese terreno tan resbaladizo por lo que le leemos.
- Barriendo para casa, no sé si preocuparme por el hecho de que Marías haya enlazado dos columnas de naturaleza política bastante decentes, pero así es: en una arremete contra los denostadores de la Transición (resumiendo algunas ideas que atraviesan su estupenda "Así empieza lo malo") y en otra recuerda algo tan básico como que tener cuentas bancarias en el extranjero no es nada censurable de por sí. Siempre es de agradecer cuando alguien se para a explicar lo básico. Porque, en efecto, los listos a veces no llegamos a algunas cosas, como muestra a veces el propio Marías.
- Siguiendo en España, el buen lector Savater deja unas interesantes reflexiones sobre el Islam, que se está ganando a pulso la sospecha de ser una de las religiones que peor disimulan su incompatibilidad con la democracia.
- Y para terminar, creo que Enric González ha escrito una columna que quizás encierra la verdad última sobre el fútbol: en el fondo, ni el estomagante Lucho ni el gran Carletto saben por qué pasa lo que pasa. No digamos ya nosotros.
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