El amigo Albert me pasó hace unas semanas un cuestionario dificilísimo que, tras
largas jornadas de insomnio, ayuno y un par de retiros espirituales,
logré responder. Hoy ha decidido colgar mis respuestas en su
estupendo blog junto con una semblanza increíblemente elogiosa (y
por ello algo injusta), cosa que íntimamente le agradecemos. Por si
esto no fuera suficiente para estar satisfecho, no puedo evitar estar
orgulloso de compartir cuestionario y espacio con gente querida y
admirada en este blog como Josepepe, Tsevan Rabtan o Perroantonio, y
de haber resistido a la tentación de leer sus respuestas y copiarlas
sin disimulo. No se pierdan el blog ni esta serie, que esperamos que
culmine con Albert respondiendo a sus propias preguntas con la
naturalidad y la elegancia con las que transcribe sus cintas.
Todo esto puede
servirles para distraerse un poco en esta triste efeméride. De hecho
pensaba escribir algo para hoy sobre cómo viví esos días pero,
bien pensado, tiene sentido que lo haga a destiempo. En unos días
les explicaré por qué.
Hasta entonces
les dejo con Albert, sus preguntas y mis respuestas. Y con mi
agradecimiento: Gracias, Albert.
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