sábado, 30 de enero de 2016

3. Etiquetando

Me manda mi amigo N. un artículo titulado “Reflexiones socialdemócratas” porque sabe que me gusta coleccionarlos (como a otros les gusta coleccionar insectos). Me subraya este párrafo:


"Ahora bien, la socialdemocracia no puede aceptar transacciones entre igualdad y bienestar. Consideren, por ejemplo, la siguiente alternativa: por un lado, una sociedad donde la fracción más rica tiene asignado 10 y la más pobre 5 (una desigualdad de cinco puntos); por otro lado, una sociedad donde la fracción más rica tiene asignado 7 y la más pobre 4 (una desigualdad de tres puntos). La igualdad sería mayor en esta última sociedad, pero el bienestar menor (también menor para la fracción más pobre). Desde el punto de vista del sector con menores recursos, no tendría sentido sacrificar su bienestar a cambio de una mayor igualdad. Esta opción difícilmente sería respaldada por los votantes."


Leo el artículo, que es interesante, y pienso en la etiqueta socialdemócrata... con cansancio. La única etiqueta que me interesa a estas alturas es la etiqueta de racional. Porque lo racional es defender, como el autor, que hay desigualdades tolerables y que deben ser valoradas en su justa medida, sin olvidar sus potenciales efectos negativos (que existen). Pero ahí está el debate: cuánta desigualdad es tolerable y cómo intervenir para modularla. Un debate que debe ser afrontado - sí- racionalmente, con datos. Y quien lo niegue, independientemente de que se tenga por socialdemócrata à la Podemos, hegeliano, ecocomunista, carlista o libertario, para mí sólo será un oscurantista. A menos que presente pruebas convincentes.


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La polémica por la visita del presidente Rohani ha tenido el nivelazo de todas las polémicas análogas que han surgido en los últimos años (¿es normal que empiecen a aburrirme?). Pero al menos he hecho un descubrimiento valioso gracias a Roberto Saviano: la Venere Callipigia. De nada:


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Viendo casas, que es una ocasión para ver a la gente que hay dentro de las casas. En la de hoy nos recibe una señora diminuta. En las paredes, fotografías enormes de juventud, con su marido en la playa  (pelo en pecho y chancla de goma él, sorprendentemente exuberante ella). La cocina, alicatada como para sentirse en el interior de una caracola gigante. En la entrada, un pequeño busto del Duce y otro más grande en el salón, encima de la tele.  


Aunque el día empezó políticamente bastante mal, mejora sustancialmente con una columna de Savater en la que se ventila a integristas, islamófobos y nacionalistas en dos párrafos. También leo que Arcadi ha aparecido en Il Venerdì di Repubblica. Le he pedido a mis suegros que me lo guarden, ya lo leeré cuando pasemos por allí.



Porque los verdaderos socialdemócratas creemos en los incentivos.

sábado, 23 de enero de 2016

2. Convivencias

Pasaron las elecciones y desde entonces Arcadi lleva insistiendo en una gran coalición entre PSOE, PP y C’s. Así lo hace de nuevo hoy dirigiéndose a los socialistas, por su bien, porque sostiene que la operación no llevaría al temido sorpasso de Podemos. Pero hay una posibilidad que él y otros defensores de la coalición tricolor no parecen considerar y que no es sólo preocupante para socialistas, sino también para los demás: que una gran coalición colocaría a Pablo Iglesias en el papel de líder de la oposición, que como sabemos son los que suelen recibir los votos de los descontentos del gobierno… descontentos que podría haber, sin duda.  Además, un gobierno de PP, PSOE y C’s tendría toda la pinta de un gobierno técnico y, bueno, de vez en cuando me encuentro con Monti paseando aburrido al perro. Aunque hay quien dirá que hace falta un Monti para allanar el camino a un Renzi.

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Un joven allegado mío es muy aficionado a los toros. Un chico educado y con estudios. Para que se hagan una idea: un chico que escribe posts en FB sin faltas de ortografía. En esta generación eso te coloca entre los candidatos al  Francisco Rico del S. XXI..


Pues bien, cada vez que  surge una noticia diciendo que algún ayuntamiento del cambio se declara antitaurino, este muchacho escribe unos posts hablando de atropellos a derechos y libertades fundamentales que, en fin, pareciera que está denunciando la detención de Nelson Mandela.


Estas pequeñas cosas me hacen valorar aún más la convivencia democrática.


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Una pareja de octogenarios discuten a voces en la acera de enfrente. Él se ha adelantado unos pasos y, vuelto hacia ella, hace el inconfundible gesto con la mano de che cazzo dici. Ella le alcanza, él le ofrece el brazo y así, entrelazados, prosiguen con su paseo y con su discusión a voces.


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Hoy he pasado por la Via Spartaco. Gladiatore, especifica la placa, como hacen por aquí en las calles dedicadas algún notable personaje histórico. Aunque esta parece que la hubiera escrito un descendiente directo de Craso.


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Sigo (¡cómo no!) con interés el proceso de formación de gobierno en España, si es que se forma. Y también estoy leyendo algo de la palabrería que está produciendo, claro. Y de todo lo que he leído, quizás lo más lúcido ha sido esto de Roger Senserrich, donde explica por qué quizás Pedro Sánchez esté haciendo lo más sensato que puede hacer con las cartas que tiene en la mano: formar gobierno y evitar elecciones, independientemente de lo que nos parezca. Aclaro, por si hiciera falta, que me parece lamentable que un partido que siempre ocupó el centro-izquierda se eche a los brazos de syrizitos y xenófobos light varios, pero me imagino a Sánchez más preocupado en salvar su pellejo y en contentar a sus votantes que en satisfacerme a mí.


De todos modos, habrá que ver cómo acaba la cosa. Hasta entonces, quizás mejor evitar el ruido mediático y leer lo imprescindible, como por ejemplo a Savater.

lunes, 18 de enero de 2016

1. Un pseudodiario

Se trata de otro intento de matar el gusanillo. De intentar hacerlo esta vez con algo de ligereza y sin demasiadas precauciones. Sin mirar demasiado atrás. Vamos a aprovechar la facilidad que tenemos para empezar, e intentar evitar las complicaciones con las que nos encontramos al intentar concluir. Vamos a intentar dejar un testimonio ordenado de lo que creemos que merece la pena que recordemos: esa idea que nos pareció meritoria, ese artículo que tanto necesitábamos leer y que por fin leímos, eso que nos dijo nuestro amigo hace tiempo y que por fin entendimos.


Hablaremos de lo que pasa pero esperaremos a que sedimente, poco a poco. Vamos a intentar evitar seguir los acontecimientos demasiado de cerca, porque van demasiado rápido para nosotros.


No lo llamaremos un diario, porque no lo haremos todos los días. Llamémoslo un pseudodiario.