domingo, 28 de septiembre de 2014

Brutalidad intelectual

Pasaba el domingo y leía distraídamente el periódico, predecible y anodino.

Hasta que apareció Orwell con su fusil, explicando al poeta comunista Spender que...
...quise utilizarle como símbolo del bolchevique de salón porque a) los versos suyos que había leído no me habían parecido gran cosa, b) me parecía usted una especie de persona elegante y de éxito, amén de comunista o simpatizante comunista, y como no nos conocíamos podía considerarlo un tipo y hasta una abstracción. Incluso si me hubiese desagradado usted, después de conocerle, tendría que haber cambiado mi actitud, porque al conocer a alguien uno repara enseguida en que se trata de una persona y no una especie de caricatura que personifica determinadas ideas. En parte por esa razón no frecuento mucho los círculos literarios, porque sé por experiencia que después de hablar con alguien ya no podré demostrar ninguna brutalidad intelectual, incluso aunque lo considere mi obligación, igual que esos parlamentarios laboristas que se pierden sin remedio cuando los duques les dan palmaditas.
Hay que hacerse con ese libro de inmediato. 

Y hay que intentar ser más brutales intelectualmente. Es nuestra obligación.

3 comentarios:

  1. Visto last, gracias. Buenísimo, como siempre. Pinker está a tope con este tema últimamente, a ver si sus consejos calan.

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  2. Hostias Jacobiano, te tenía totalmente perdido y estabas aquí al ladín. Pues, oye, bienhallado.

    No firmo , seguro que me reconoces. Bueno, seguro que no, pero me alegro lo mismo


    Upps que se me olvidaba: excelente entrada.

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  3. Encantado de saludarte, amable anónimo! Deduzco que eres de los tiempos del NJ... tan lejanos, me temo, que no te reconozco. Te invito, pues, a identificarte.

    Gracias por el elogio, aunque aquí el mérito es de Orwell. Aquí voy dejando cosillas, sí. A rachas, dependiendo del trabajo. Ya que paso a saludarte, aprovecho para poner una fotillo y así esto se mueve un poco.

    Un saludo!

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